domingo, 21 de diciembre de 2014

Una Rayuela sin escapatoria...

Si, desde algún lado llega esa idea de estar dentro de una novela de Cortazar, no a merced de un determinismo absurdo,  sino a merced de la fantasía y los caprichos de un escritor.   Entonces es cuando uno reacciona y quiero ser dueño de mis actos, de mi destino y decido algo arriesgado, algo que está fuera de lo esperado, de lo que se esperaría  de mi…  y encarno a un dios nórdico en tierras distantes, y vivo de mis manos y me muevo por aquí y por allá como si fuera libre…  pero mis saltos son como un banging jumping, siempre atado,  nunca lejos, y caigo cerquita… y dentro de lo esperado…  y muchos dicen que loco, y otros que boludo.   Mientras unos y los otros siguen ataditos sin siquiera intentarlo.   Y sin saber como, estoy abrazando a mi hija muerta sin que se haya podido hacer nada, aunque se haya hecho todo o aparezco limpiando la mierda de mil cachorros, que se enferman y se mueren a pesar de lo que yo haga, que, obviamente, va a ser lo que me digan que haga.  Una vez mas sobrepasado por ese determinismo abstracto, por esos caprichos…  Y llega la decepción, la frustración y me quedo atrapado en los brazos de  Gekrepten, conjurando dentro mío y en secreto al pensamiento mágico para que al menos racing sea campeón, para que haya un papa argentino,  para que cuba sea desbloqueada y rica... para que me gane el quini 6 y que me pueda ir de viaje a los países nórdicos con mi maga…    o simplemente que el maldito escritor reserve un final…  no una agonía eterna.